jueves, 12 de marzo de 2009

Julia estaba tan feliz y tan linda que era como mirarla a través de un cuento (a veces creo que es tan patológica mi mirada con mis amigos que debería preguntarme cuánto de instinto maternal deposito en ellos).
Tanto tanto, que me olvidé de mis multirechazos, de mi lepra emocional, del tobillo y mis ex compañeras de estudio con olor a santería.
Me contagié la sonrisa de Julia, tanto tanto, que cuando me miré en el espejo del ascensor, yo también estaba feliz. Y era linda.



Gracias Juli. Y ya compré los tomates.
Asesinos.

1 comentario:

Pablo dijo...

Aplaudo de pie por el fnal de este post. :) Me encantó.