viernes, 21 de mayo de 2010

Y no nos rompen las cosas que no pasan.
Ves?
Yo buscaba esto, este lecho ascéptico en el que flotan
mi realidad
y mi ternura.
Sin romperse, sin escudriñar en ojos ajenos ningún permiso
para sentirme mágica.

La libertad es un don que ostentan los que aprenden a sobrevivirle a todo.

Mi mundo de federicos y de hojas amarillas,
mi mundo infantil,
mi mundo de lucha,
mi mundo de innumerables intereses dispares.
Todos mis mundos. Intactos. Abiertos de par en par.

No vencí al miedo, pero le saqué la lengua.
Y pude desconfiar de mis inseguridades y mi soledad,
desplegando una envergadura gigante de plumas brotantes
y un aire cristálido que sabe templarme la piel por debajo.

viernes, 14 de mayo de 2010

Andate.
Ah, es cierto: nunca habías estado.
De acuerdo, no entres entonces. Y no toques las puertas que no estás dispuesto a abrir.
Es de mala educación, y peor gusto.

Quiero desterrar dos verbos: esperar y suponer.
Huelen a malos recuerdos, a fe rota, a impotencia y a culpa;
me debo estar poniendo vieja para medir mi felicidad según los tiempos de otra gente, aunque parezca funcionar asi.

No quiero ver fantasmas, no quiero recordar fantasmas, no quiero soñar fantasmas.

Estoy cansada, me estoy apagando. Tengo nudos brotando por todas partes.
Quisiera tener una mejor excusa para querer ser invisible, o cualquier otro esbozo de respuesta.

jueves, 16 de julio de 2009

El 95% de las señoritas de mi edad, tiene novio.
No, no dije que fueran felices. Ni que gozaran de un sexo decente. Ni siquiera que se divirtieran.
Pero las estadísticas son estadísticas al fin y al cabo, y pensando en mi vida últimamente, mi P es < 0.00001 para confirmar mi total incapacidad sentimento-social.
Una nació pa' loser.
El tema es bancárselo, es pasarla lo mejor posible. Es reivindicarse en las cosas que no tienen más remedio y empezar a quererlas.
Y probemos con eso, qué puedo decir a esta altura? Tamiflú para perdedoras, no inventaron todavia

miércoles, 8 de julio de 2009

Mea culpa

Si, señores.
Voy a hacer lo que tanto temieron mis colegas que hiciéramos un dia.
Perdón.
A la gente, por no cuidarla. Por no alarmarla a tiempo.
A la ciencia, por no entender cuán impredecible son los vericuetos biológicos con los que luchamos todos los días.
A mis colegas, por la soberbia de no respetar las opiniones de los que más sabían.

Algún día aprenderemos de ésto, no? Yo sé que sí, que así avanza la ciencia, la evolución y la supervivencia de los más aptos.
Pero mierda..... qué difícil es ver niños morirse sin poder hacer nada!

sábado, 4 de julio de 2009

Ya sé que no estoy para estas cosas.
Pero
.
.
.
ojalá pudieras quererme,
que no te das una idea las cosas de las que nos curaríamos si nos despertáramos con los beatles, un sol y unos alfajores cordobeses mas seguido.

jueves, 2 de julio de 2009

Pero Cottard no sonreía.
Quería saber si podía esperar que la peste no
cambiase nada en la ciudad y que todo recomenzase como antes, es
decir, como si no hubiera pasado nada. Tarrou creía que la peste
cambiaría y no cambiaría la ciudad, que sin duda, el más firme deseo de
nuestros ciudadanos era y sería siempre el de hacer como si no hubiera
cambiado nada, y que, por lo tanto, nada cambiaría en un sentido, pero,
en otro, no todo se puede olvidar, ni aun teniendo la voluntad necesaria,
y la peste dejaría huellas, por lo menos en los corazones. Cottard
declaró abiertamente que a él no le interesaba el corazón, que el
corazón era la última de sus preocupaciones. Lo que le interesaba era
saber si la organización misma sería transformada, si, por ejemplo,
todos los servicios funcionarían como en el pasado. Y Tarrou tuvo que
reconocer que no lo sabía. Según él era cosa de pensar que a todos
esos servicios perturbados durante la epidemia les costaría un poco de
trabajo volver a levar anclas. Se podía suponer también que se
plantearían muchos problemas nuevos, que harían necesaria una
reorganización de los antiguos servicios.
-¡Ah! -dijo Cottard-, eso es posible, en efecto, todo el mundo tendrá que
recomenzar todo.
Los dos paseantes habían llegado cerca de la casa de Cottard. Éste se
había animado mucho, esforzándose en el optimismo. Imaginaba la
ciudad rehaciendo su vida, borrando su pasado hasta partir de cero.
-Bueno -dijo Tarrou-. Después de todo, puede que las cosas se arreglen
para usted también. En cierto modo, es una vida nueva la que va a
empezar.

domingo, 28 de junio de 2009



podrán creer? no bastó diluir la sangre en ojos celestes y pieles claras, que me hagan parecer sosegada y coherente.
me quema la piel
la sangre
y el alma