Dicen que la curiosidad mata a los gatos, embaraza a las mujeres y les paga el sueldo a los paparazzis.
A lo mejor de todos los freaks coleccionables y adorablísimos que han pasado por mis manos y mis piernas y mi corazón, eso tengan. La inagotable capacidad de hacerme preguntar cada dos minutos, de qué demonios está hecho el interior de estos indescifrables seres.
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