sábado, 28 de febrero de 2009

A C. Por lindo.

Y así era.
Tanto tiempo dando vueltas, tratando de lograr relaciones, madurez y estabilidad...
Y hoy me acordé cómo era cuándo alguien te gusta en serio. Del todo.
La historia es larga, cuando yo era chica era una rata de biblioteca. Una tímida ratita de mamá, que se ponía colorada cada vez que la cargaban con alguien. Estuve tres años enamorada de mi compañerito de grado, y jamás me dio un beso cerca de la boca.
Mi adolescencia transcurrió bajo la misma estrella. Mejor alumna, peor novia. Ni siquiera novia, a decir verdad; el secundario me deparó más traumas que besos y los primeros años de la facultad tuvieron más que ver con encontrarme a mí misma que con un encuentro cercano con cualquier tipo.
Y finalmente, Cosmopolitan y Lacan mediante, fuí llegando a la conclusión de que habia que armarse a los acompañantes. Buscarlos solícitos, afines ideológicamente, divertidos, interesantes y conformarme y salir con el 90% de los que me dieran bola.
No tenía tanto para elegir tampoco, y la ciencia dice que todo es sugestionable, medible y aplacable (inluídos los agujeros internos del domingo en la siesta).
Pero P me refregó el ego en la cara, lastimándome mi reducto de autoestima naciente. Justo ahora. Cuánto sentido de la oportunidad, verdad?
Sin embargo, y para mi primer acto de suerte genuina, los astros se pusieron de acuerdo y me cambiaron a uno de los compañeros de trabajo.
Y me gustó C.
Por lindo.
Por alto y flaco y de espalda fibrosa y brillante.
Por divertido.
Por simple.
Por las arruguitas que tiene al lado de los ojos.
Por reirse de mis payasadas. Y de las de él.
Por su risa, que también es linda.
Porque pone las papas fritas dentro del sandwich.
Porque prefiero comer al lado de él, que de cualquier otro.


Creo que es casado, o tiene novia o pareja o algo. No importa.
Importa recordar cómo es; la sensación de lo mucho que te puede atraer un hombre y lo increíblemente agradable que es eso. Cómo si fuera una especia olvidada, un ingrediente perdido en toda esta maraña de tácticas y TEGS sentimentales que nunca aprendo a jugar del todo.

1 comentario:

Pablo dijo...

Siempre están casados los copados. Ley universal.