viernes, 5 de septiembre de 2008

Y si,
odio esto.
Será mi sinceridad innata, mi sobreestimación de dureza, mi certeza de ser la hija no reconocida de Tom Waits, mis paredes, mis noches de bar, mi madre que devolvía mis muñecas.
Ni sería mujer sino fuera por esa necesidad brutal de que alguien entienda.
De dejar las vidrieras.
De un silencio pacífico, de algo que no se posea ni se deba, de las cosas que no requieren esfuerzo.
Como el sol.
Sí, así de cursi.
Nunca pensaste que de mi boca llena de confites y malas palabras podría salir algo parecido, no?
Y, no. Yo tampoco.
Pasa que vos querés sabores. Yo soy joven y quiero el mundo.












(Los antídotos contra la aventura por fin surtieron efecto. Y al fin y al cabo tampoco estoy hecha de papaya, hombre)

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